viernes, 18 de julio de 2025

El mundo es poesía de destrucción y el amor su arquetipo más radiante

JULIO HERRERA AC&SE

En el vórtice de la existencia, donde la naturaleza material se destruye y se transforma en un ciclo incesante, el ser humano emerge como un torrente de creatividad y amor generativo. Como dijo Gaston Bachelard, "La imaginación es la facultad de formar imágenes que sobrepasan la realidad" (Bachelard, 1943). En este abismo de devenir y desvanecerse, la creatividad se alza como un acto de afirmación, un gesto de creación en el seno de la finitud.

La creatividad, como un río de fuego, fluye a través del ser humano, nutriendo el mundo de formas nuevas, de sentidos inéditos. Es el "eterno retorno" de Nietzsche (Nietzsche, 1883), pero no como una repetición monótona, sino como una danza generativa donde cada movimiento crea un universo. El amor, compañero inseparable de la creatividad, es el impulso que anima esta danza, que teje vínculos entre los seres y las cosas en un tapiz de relaciones vivas.

West Benjamin, Vincit Amor o El poder del amor en los tres elementos.  «Omnia vincit Amor» (El amor triunfa sobre todo) es una cita de las Églogas de Virgilio. Venus, la diosa del amor, aparece a la izquierda con sus atributos, las palomas, y con su pequeño hijo, Amor, armado con arco y flechas, aferrado a sus ropajes. Una joven deidad, presumiblemente Himeneo, dios del matrimonio, blande una antorcha encendida con la mano derecha y sujeta con la izquierda las cuerdas que atan a un águila. El águila simboliza a todas las criaturas que viven en el elemento Aire, el hipocampo representa a las del Agua y el león a las de la Tierra. El cuarto elemento, el Fuego, está implícito en la propia diosa, en los Amores alados, o pequeños Amores, y muy particularmente en la antorcha encendida de Himeneo. (MET)

En un mundo finito donde la materia se transmuta, donde lo que es hoy no es mañana, la creatividad y el amor generativo son la respuesta del ser humano a la caducidad. Como escribió Octavio Paz en "El arco y la lira", "El hombre es un ser que crea porque es un ser que ama" (Paz, 1956). En este acto de creación y amor, el ser humano se revela como un ser que trasciende la mera materialidad, que imprime su devenir en el flujo de la naturaleza.

La naturaleza material, en su destrucción y transformación perpetuas, es el lienzo sobre el que el ser humano pinta con los colores de la creatividad y el amor. Es un diálogo constante entre lo finito y lo infinito, entre lo que perece y lo que permanece en la memoria de las formas creadas. Como apuntó Merleau-Ponty, "El mundo es inseparable de mi cuerpo" (Merleau-Ponty, 1945), y en este entrelazamiento, la creatividad y el amor son las expresiones más puras de la existencia humana en un mundo de transformación.

En la poesía de la existencia, donde cada acto es un verso en el poema del mundo, la creatividad y el amor generativo son el ritmo y movimiento en la danza de los seres en la realidad finita. Son la afirmación de la vida en la muerte, de la forma en la transformación, del sentido en el devenir y de la creación en la destrucción.